miércoles, 27 de abril de 2011

El éxito de reciclar tiene forma de aldea

El proyecto frustrado de un pabellón V en el predio de Ciudad Universitaria de la UBA dejó de ser un territorio fantasma hace cuatro años, cuando Sasha se juntó con Leo, un hombre que vivía en la zona desde el 2000. Ambos construyeron una ecoaldea con habitantes que hoy conviven y cooperan con los estudiantes de la facultad. 

Así empezó a crecer Velatropa, un centro donde se experimenta el desarrollo de todas las disciplinas de la vida de una manera autónoma, sustentable y distinta a la de los ciudadanos de la gran ciudad. 


Entre autopistas, caravanas de colectivos y aviones que sobrevuelan la zona a cada hora existe un sector entre los pantanos de la reserva natural de Ciudad Universitaria. Un espacio donde los relojes no tienen ninguna función.


Hace unos años el territorio limitaba con una villa gay, y era frecuentado por travestis, cazadores, rateros, violadores y algunos que lo calificaron como lugar ideal para suicidarse.

Ahora el predio cuenta con la vigilancia de los velatropeanos que aseguran haber liberado la zona de violencia para establecer lo que ellos denominan el Centro de Experimentación de Desarrollo Interdisciplinario Autónomo y Sustentable (CEDIAS).

El círculo de aldeanos(aquellas personas que viven en las carpas ubicadas entre las huertas) trabaja junto con colaboradores que concurren frecuentemente para formar parte del sistema de convivencia ecológica. 

Con mecanismos como el uso de paneles solares para la obtención de energía, los habitantes de la aldea aseguran producir la mitad del desperdicio que la de un ciudadano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Los habitantes de la ecovilla mantienen un acuerdo con los directivos de la UBA, quienes les permiten mantener su proyecto en el predio. 

Además, en Velatropa las puertas de están abiertas a cualquier estudiante que quiera realizar experimentos con la tierra cuando lo desee.


Poseen un refugio donde los aldeanos estudian, leen, reflexionan y toman sus mates con paredes hechas de barro, adobe, ladrillos de plástico (que son botellas llenas con basura reciclada) y botellas de vidrio recicladas que forman las ventanas.

La cocina se encuentra pegada al refugio, compuesta por una parrilla y un horno de barro que también utilizan como hornalla a través de un agujero que tiene en la parte superior de la cúpula. 

Para comer cultivan vegetales, legumbres, frutas y hierbas.
Las carnes no forman parte de su alimentación, así como tampoco productos con mucho azúcar o harina común.


No es requerimiento ser vegetariano ni estar limpio de Coca Cola para ser parte del proyecto siempre y cuando se respeten las políticas de alimentación dentro de la aldea. De esta forma se procura no incomodar a aquellos que han logrado una dieta más sana. 


En el refugio hay varios carteles para incentivar una alimentación balanceada, como “El aceite cocinado es tóxico” ó “El azúcar blanco es para uso extremo, nos desmineraliza mezclado con alimentos”, razón por la cual consumen azúcar integral. 


Como sustento económico venden empanadas y panes que cocinan con los productos de su huerta.


El agua no abunda en Velatropa pero con mecanismos como el sistema de riego por goteo para los productos de la huerta, los aldeanos maximizan el uso del recurso hídrico.

Distante a los prejuicios que genera ser ecofriendly, la higiene es muy importante para los habitantes del predio. Crearon un baño al aire libre donde todos pueden ducharse y hacer sus necesidades cuando quieran. Con las heces realizan un tratamiento intercalando deshechos sólidos mezclados con aserrín, capas de cartón y tierra. De esta forma eliminan por completo el olor a cloaca tan desagradable que encontramos en nuestro Río de la Plata.

La mezcla de cenizas se junta con otros deshechos y forman un compost que al término de un año se convierte en tierra nueva. 


“Cada uno lava lo que ensucia, y un plato más”, dice Javi, uno de los residentes. Esa es su filosofía para el lavado de los utensilios luego de cada comida. El enjuague lo realizan en dos baldes de agua para disminuir el derroche de este recurso natural.


La concientización es indispensable en el proyecto de CEDIAS, y es por eso que realizan fanzines para la distribución de sus investigaciones y resultados. 

“La idea es que cualquier persona pueda venir cuando quiera a participar. Lo vamos conociendo, después le damos lugar para quedarse a dormir un fin de semana, y así se va integrando”, contó uno de los ecoladeanos. 


El resultado de su experienca: una alternativa viable de desarrollo ético-moral, intelectual y espiritual en un lugar donde rige el calendario Maya y el tiempo lo marca la estrella más importante para la vida humana, llamada alguna vez Velatropa, conocida como Sol.



BL.

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